En la década de 1980, el concepto de “brecha digital” se entendía únicamente como la diferencia entre aquellos que tenían acceso a teléfonos y aquellos que no. Para la década de 1990, la brecha digital pasó a entenderse ampliamente como la diferencia entre quienes tenían acceso a tecnologías modernas, como el Internet o la banda ancha, y aquellos que no contaban con dichas tecnologías o que tenían acceso reducido a estas; en otras palabras, los que “tenían” y “no tenían” acceso.
La mayoría considera que esta brecha es la causa y el efecto de la pobreza y, aun cuando se ha avanzado mucho en este aspecto, todavía queda mucho trabajo por delante. Se ha progresado en la eliminación de la desigualdad de acceso. El acceso mundial a Internet era inferior al 1 % en 1995 y ahora supera ampliamente el 50 %.
Dicho esto, 50 % sigue siendo una brecha enorme y un porcentaje muy difícil de reducir. Incluso en los países más ricos, como EE. UU., estas brechas se mantienen muy grandes. El Centro de Investigaciones Pew demostró que los estadounidenses con menores ingresos aún presentan dificultades importantes para acceder a Internet.
Impacto en la EDUCACIÓN
La brecha digital tiene consecuencias de gran alcance, sobre todo en lo que respecta a la educación. Recientemente, a medida que las escuelas de todo el país cerraban sus puertas en respuesta al coronavirus (COVID-19), se ha vuelto particularmente prominente la desigualdad de acceso por motivos socioeconómicos y por su impacto. Si bien los padres tienen la tarea de impartir “educación en línea” a sus hijos, muchos no pueden facilitar la participación de los niños debido a esta falta de acceso. Los estudiantes universitarios de bajos ingresos que regresan a casa no pueden continuar sus estudios en línea porque no disponen de equipo e Internet adecuados.
La Comisión Federal de Comunicaciones estima que 21 millones de personas en EE. UU. no tienen acceso a internet, de las cuales cerca de un 30 % vive en áreas rurales y un 2 % en ciudades.
Una nueva brecha se acerca
Además de la conocida “brecha digital”, está surgiendo rápidamente una nueva desigualdad: la “brecha analítica”.
Del mismo modo que la brecha digital creaba y reflejaba una desigualdad educativa y de ingresos, la “brecha analítica” separa a los grupos según criterios geográficos y socioeconómicos.
La brecha analítica
Tener acceso a tecnologías de comunicación es fundamental para disponer de información, pero hay una nueva capacidad clave que divide a los individuos y las organizaciones, la cual es la capacidad de utilizar los datos para analizar y automatizar procesos, lo que genera la brecha analítica de la actualidad.
A medida que las empresas continúan acumulando grandes cantidades de datos y sistemas sofisticados para analizar estos datos, existe el riesgo en todos los sectores de que el crecimiento y la innovación se distribuyan de forma desigual.
Para muchas empresas, los beneficios de la analítica se mantienen fuera de su alcance.
Impacto empresarial
En un análisis reciente de más de 400 empresas, realizado por el International Institute for Analytics (IIA), se concluyó que las empresas que demostraron los niveles más altos de madurez digital experimentaron una mayor generación de ingresos (más del 12 %), mayor rentabilidad (más del 26 %) y mayor valor de mercado (más del 12 %).
Los estudios como este del IAA dejan en claro que existe una brecha creciente en el rendimiento de las empresas que son analíticamente maduras y las que no. Al margen de los datos cuantitativos, hay ejemplos en lo cotidiano, con empresas como Amazon, Netflix y un sinfín de otros nativos digitales que están desplazando a empresas consolidadas y maduras que antes eran líderes en su campo.
Las empresas más consolidadas no conciben la analítica como un deporte para el equipo de ciencia de datos de élite, sino que democratizan la analítica y procuran que todos los empleados perfeccionen sus conocimientos. Estas empresas facilitan las herramientas, la capacitación y el apoyo para ayudar a potenciar las habilidades de todos los empleados en su proceso analítico.
Impacto individual
Y si bien se ha producido una brecha entre las empresas, el impacto en las personas también se está intensificando. Los trabajadores del conocimiento con habilidades analíticas reciben salarios significativamente más altos y la brecha económica entre los que tienen habilidades analíticas y los que no, crece cada vez más rápido. En la actualidad, según una encuesta de LinkedIn Salary, el salario base medio de un científico de datos es de USD 105,000 al año. Compara esto con el salario medio anual de USD 53,000 de un contador, USD 64,000 de un analista financiero, USD 58,000 de un analista de logística o USD 59,000 de un analista de marketing. Las diferencias no son menores.
En la mayoría de las profesiones del “trabajo del conocimiento” se observa que la capacidad de abordar los problemas de forma analítica, automatizar los procesos y presentar soluciones impulsadas por datos es muy solicitada. Los trabajadores del conocimiento pueden utilizar la analítica automatizada de arrastrar y soltar para mejorar sus conocimientos rápidamente sin un título en ciencia de datos. A medida que se espera que la cantidad de puestos de trabajo en el ramo de la ciencia de datos se dispare a más de 2.7 millones, existe un déficit de 360,000 profesionales para cubrirlos. Cabe destacar que solo el 39 % de estos cargos requiere una maestría o un doctorado.
Divide y conquista
Las personas, la educación y la cultura se encuentran en el núcleo de estos retos y sus soluciones. Las diferencias que definen la brecha digital y analítica son tan importantes como las brechas más evidentes en el acceso a la tecnología en sí. La buena noticia para los trabajadores del conocimiento es que reducir esta diferencia puede ser muy rápido y fácil. Dada la cantidad de contenido en línea, aquellos que no están adquiriendo estos conocimientos en su educación presencial pueden desarrollar sus capacidades con facilidad. Además, esto puede realizarse mientras se está trabajando. Algunas empresas como Alteryx, les ofrecen esta capacitación a los clientes de forma gratuita, y otras cobran tarifas accesibles.
El desafío en este campo tan cambiante es que el aprendizaje debe avanzar continuamente a medida que se incorporan nuevas técnicas y tecnologías. El aprendizaje de técnicas básicas para automatizar los procesos, encontrar correlaciones y transformar los datos en las formas necesarias para responder a las preguntas son claramente los puntos de partida; sin embargo, estos son solo el comienzo, ya que el número de técnicas en este campo se expande cada día. El procesamiento del lenguaje natural (NLP, por sus siglas en inglés) para obtener el significado de un texto de forma libre, la previsión de series temporales o el análisis de atribución de mercado podrían ser los próximos objetivos por alcanzar. Como profesional de la analítica desde hace muchos años, aún me sorprende lo mucho que queda por aprender.
Las empresas también pueden trabajar para reducir la brecha mediante el fomento de iniciativas de transformación digital. Muchas de estas iniciativas se centran en una cantidad reducida de proyectos específicos que se consideran clave y transformadores, en lugar de garantizar que todos sus trabajadores capacitados adquieran una mayor preparación. Aunque muchos proyectos clave pueden ofrecer un gran retorno de la inversión, los estudios del IAA demuestran que las empresas analíticamente maduras cuentan con esta habilidad en todas sus funciones y niveles. En última instancia, el objetivo debería ser llevar la analítica a todos los rincones de la operación y utilizarla como herramienta en todos los proyectos.
¿En qué punto se encuentra su empresa en su proceso analítico y en qué lado de la brecha analítica está? ¿Están tomando medidas para reducir esta diferencia? ¿Están todos en la empresa en el proceso o se limita a unos pocos proyectos?